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Matilde Ladrón de Guevara, Chile, 1910
La aurora
Viertes, aurora, al múltiple horizonte
dorados lirios y encendidas rosas,
emanan luz tus alas bulliciosas
y labras en color el arduo monte.
Joven y alegre ante mis ojos, ponte
sobre un puente de estrellas laboriosas
y con lanzas y flechas victoriosas
quema la nube que tu rueda monte.
Irradias en la noche, casto mito,
y quiebras su silencio con un grito
de amor y sed en la brumosa entraña.
El universo virgen te enamora.
¡Apura tus corceles, vencedora,
la creación del hombre te acompaña!.
El crepúsculo
Fuego dormido, pausa del ocaso.
Dorada miel del trabajo vuelo.
Vencida sangre, enternecido celo,
vino de abismo en el profundo vaso.
Sabia desesperanza en el fracaso,
pupila firme en el activo cielo,
frente a la noche, desprendido vuelo
que hacia la muerte nos incita el paso.
Y esperanza también o despedida
que se prende a los soles de la vida
con garras de naufragio y de delirio.
Besas en el crepúsculo la rosa.
Quemas la frente en la ebriedad fogosa,
y alzas en llama el último martirio.
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