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Matilde Real de González, Panamá, 1926
Madre prisionera
Para el amor, capacidad silente
su fortaleza, en el dolor intensa
la vocación de sacrificio inmensa
y de perdón inagotable fuente.
El darse toda con ternura densa
por ser más sabio cuanto más prundente
morir mil muertes por el hijo ausente
sin esperar ni en Dios la recompensa.
Si es de humanos tan gran desprendimiento,
si lo podemos concebir siquiera,
como el ideal del más puro sentimiento.
Es por que todos en nuestra primera
y más profunda acción del pensamiento
llevamos una madre prisionera.
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