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Mauricio Vallejo Márquez, El Salvador, 1979
Amada
La ausencia de tu voz
gasta mi pose erguida
me cala hondo
como un dolor desmedido
hiere mis ojos y no te figuro más.
Aquellas risas que dejaste
han quedado en el jabón
deambulando y olvidadas
acaricio tu imagen de sombra
entre las paredes
tan propias y vacías
¡Vuelve amada e inunda todo de ti!
–¡Qué buena falta le hace!–
El paso de las horas
No importa cuanto pasen las horas,
pasas tú con mi descendencia,
paso yo con tu futuro,
pasa mi madre con mi pasado
¿Qué más nos da el paso de las horas?
Cárcel
Un hombre ve la luna
entrar en la reja de su celda
como aquella noche
en que las hojas eran carruajes en el pavimento
y se arremolinaban a la sombra de un almendro.
En aquellas horas en que era él
y nadie frenaba su tiempo
tanto como hoy
se frena su corazón.
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