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Miguel Angel León, Ecuador, 1900
La neblina
La neblina ha vestido de ensueño las cosas;
por las nocturnas calles va pasando quedo
y, a través de las verdes ventanas temblorosas,
la neblina hace llorar a los niños, de miedo.
La neblina es el alma de estrellas diluidas;
o es que se riega el cielo igual que una fontana.
Los faroles, tal vez, son lágrimas caídas
de los ojos del sol que salió esta mañana.
Arquea la neblina, como un felino, el lomo
bajo la mano suave del silencioso viento,
y nos hace invisibles y misteriosos como
personajes ambiguos de algún absurdo cuento.
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