Miguel Ángel Bustos,   Argentina, 1932


Despedida

Santifica el lunes niño en tu mirada
haz el milagro de reír en la tierra.
Amor que sube aguarda tu voz.
Santifica al malo,
golpéalo en tu corazón que brota.
Santifica el aire no esperes el día,
de mano en mano vienes tan niño y pequeño.
No quiera el alma temblar sin tu pureza.


Vientre profeta sin tiempo

Yo no soy de ningún siglo.
Vivo ausente del tiempo.
Soy mi siglo como soy mi sexo y mi delirio.
Soy el siglo liberado de toda fecha y penumbra.

Pero cuando muera,
el profeta que hay en mí
se alzará como un niño sin moral y sin patria.
Un niño loco con lengua de alaridos.
Entonces amanecerá en el millón de Galaxias.

Madres del futuro; cuidado;
cuando muera puedo volver.
Entonces, ay, vientre que me aguardas,
dulcísima catedral de tinieblas.


 
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