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Miguel W. Garaycochea, Perú, 1816
Como tremendo rayo
Como tremendo rayo que impaciente
de verse en opresión, rompe furioso
el seno de la nube y desdeñoso
de la alta esfera baja reluciente;
e infundiendo terror al insolente
ilumina y no daña al que medroso,
en medio del silencio tenebroso,
perdió la senda y huye de repente;
así este héroe inmortal de eterna fama
viene y aterra al opresor cobarde,
alumbra nuestra dicha, nos inflama
del entusiasmo patrio que en él arde,
y cuando «Libertad» su voz proclama,
muere aún haciendo del morir alarde.
¿Qué fuego, ¡ay! Dios...?
¿Qué fuego, ¡ay! Dios, acá en el pecho siento?
¿Qué poderío tiene aún en mi mente?
¿Qué incendio que me hiela de repente
y hielo que me abrasa en el momento?
¿Qué agrado que me causa gran tormento
y pesar que me agrada fuertemente?
¿Qué dulce vida que amo diligente
y muerte amarga es ya la que sustento?
¿Qué herida es esta igual con el remedio?
¿Qué tormenta que al mismo tiempo es calma?
¿Y qué deleite parecido al tedio?
Este incógnito mal que sufre el alma
es efecto de amor, que en el asedio
que hizo a mi voluntad, ganó la palma.
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