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Miguel Jerónimo Gutiérrez, Cuba
Al sol
Yo te bendigo, sol, padre del día,
sublime rey de la celeste esfera,
¡Cuánta es tu majestad! ¡Cuán hechicera
tu luz se esparce por la patria mía!
La selva, el bosque, la montaña umbría,
el poblado, los valles, la pradera,
por ti renacen y a tu luz primera
huye la noche a su caverna fría.
Bendito seas, oh sol, siempre grandioso
ornado de zafir en la mañana
alzas tu frente fúlgido y glorioso,
luego más bello en el cenit, ufana
te ve la tarde y al morir rabioso
tu aureada tumba se tapiza en grana.
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