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Moisés Castillo, Panamá, 1899
Este quererte así...
Este quererte así como te quiero,
sin esperanzas de sentirte mía;
este saber de nada tendría
si no fuese mi amor noble y sincero;
Este pensar que nada de ti espero,
y que esperarlo fuera una utopía,
pues tan remota está tu lejanía
como el jazmín del matinal lucero;
Este sentirte aquí dentro mí mismo
–y, sin embargo, media un hondo abismo,
un hondo abismo media entre los dos–
Torna mis sienes mustias y abatidas,
pues bien sé que jamás nuestras dos vidas
las unirá la bendición de Dios.
Tempestad animal
El trueno que se aloja en su garganta
–catacumba, caverna de granito–
responde con firmeza al infinito,
en un retumbo que al desierto espanta.
Y su mirar, que todo lo abrillanta
–fascinación fugaz del aerolito–,
es relámpago azul, retazo ignito,
reflejo del furor que lo agiganta.
El rayo esconde su potente garra,
que todo lo destroza, lo desgarra,
cuando en la liza su valor atruena.
Es ciclón su carrera desbocada
y, en esa tempestad desenfrenada,
es torrente de lluvia su melena.
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