Natalicio de María Talavera,   Paraguay, 1839


Himno patrio

¡Paraguayos!, corred a la gloria
y colmad vuestra patria de honor,
inscribiendo al luchar, en la historia,
nuevos timbres de noble valor.

El feroz y cobarde enemigo
que cien veces tembló a nuestra vista
viene audaz a buscar la conquista
de la tierra que el cielo nos dio;

ya sus pasos resuenan confusos,
ya se escucha salvaje alarido.
¡Paraguayos!, el suelo querido
el infame agresor profanó.

Del vivac donde cuenta sus glorias
esforzado y valiente guerrero,
y do aguza constante el acero
contra el vil y perverso invasor,

¿no observáis al contrario insolente?,
¿no miráis ya sus tiendas plantadas?
¡Extinguid sus feroces mesnadas
de las armas al rudo fragor!

Al tañido marcial del clarín
y al clamor de la guerra horrorosa
se levanta gigante y hermosa
la bandera de fuerza y unión;

dulce emblema de gloria y poder,
que dio patria y honor a esta tierra;
en la lucha, en la lid, en la guerra
invencibles te ostentas León.

Este suelo inocente y hermoso
que al gran río le debe su nombre
es la tierra gloriosa en que el hombre
con su sangre se dio libertad;

aquí alzó la justicia su trono
levantando su espada iracunda;
aquí el siervo la infame coyunda
en coronas trocó de igualdad.

De la patria los templos y altares,
si es forzoso con sangre reguemos,
y en sus aras de hinojos juremos
¡morir antes que esclavos!

Desplegada en los aires se mira
de los libres la hermosa bandera,
sus colores mostrando altanera
del rubí, del diamante y zafir.


 
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