Nieves Xenes,   Cuba, 1859


Anonimo

No siento del amor la honda tortura
cuando contemplo con tenaz fijeza
la rara perfección de su cabeza
y su cuerpo de helénica escultura.

Como imprimiendo a su gentil figura
sello de augusta y varonil nobleza,
en su mirar de fúlgida limpieza
la luz del pensamiento no fulgura.

Al contemplarlo sin afán ni anhelo,
de un artista inmortal digno modelo,
su belleza magnífica que encanta

sólo en mi alma a despertar acierta
la admiración tranquila que despierta
la belleza del bruto o de la plata.


Día de primavera

De la arboleda hojosa en la espesura,
blando suspira el viento entre el ramaje,
y los pájaros lucen su plumaje
cantando sus endechas de ternura.

Su monólogo eterno el mar murmura
balanceándose en lánguido oleaje,
y tiende de su espuma el blanco encaje
de sus orillas en la roca oscura.

Las flores se abren frescas y rientes
derramando su esencia embriagadora,
la nube, de matices relucientes

en el azul del cielo se colora;
y magnífico el sol lanza a torrentes
los rayos de su luz deslumbradora.


 
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