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Norma Mayorga, Bolivia, 1950
Debajo mi piel
Corrí tanto
detrás de febrero,
piel durazno, cerezo.
Dibujó la luna
manantiales en mi noche.
Bajo el tacto de la lluvia
agitados tus latidos
dialogaron con los míos.
Llegué sin cuerpo
a mi cuerpo.
Me aprisionó tu fuego
y asfixió mi vuelo.
Madurez
En días y siglos
creció sin ti la montaña
y al mirarla sentiste
lo irreversible del invierno
te lo confirmó el espejo.
Blancos jaspes
se instalaron en tu pelo
aprendiste entonces
a descubrir primaveras
en la aspereza de la roca,
en lo sinuoso del camino.
Y entendiste
que también llevan perfume
las tardes de hastío,
que no es eterna tan solo
la aurora de los dioses.
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