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Numa Pompilio Llona, Ecuador, 1832
Los arqueros negros
Tras el hombro el carcaj : un pie adelante;
con el brazo fortísimo membrudo
tendiendo el arco; y, con mirar sañudo,
inclinado el etiópico semblante,
así, en hilera, el batallón gigante
de dolores me acecha torvo y mudo;
y sus saetas clava en mi desnudo
ensangrentado pecho palpitante!...
¡Mas no de tus flecheros me acobardo
ante el airado ejército sombrío;
sus golpes todos desdeñoso aguardo!...
¡Manda a tu hueste herirme, oh Hado impío,
hasta que lancen su postrero dardo!
Hasta que se halle su carcaj vacío.
Como el lírico audaz...
Como el lírico audaz, gloria del Lacio,
o de los griegos campos florecientes,
eres tú, por tus cánticos valientes,
de tu nación el Píndaro y Horacio,
mas, a la par, cual las del viudo Tracio,
se alzan tus notas tiernas y dolientes;
y las escuchan resonar las gentes
en pobre hogar no en fúlgido palacio;
y diverso del vate de Venusa,
la santa Libertad, tienes por Musa;
por solo anhelo la apolínea rama;
es tu Mecenas el Dolor adusto;
el Redentor de América, tu Augusto;
tu fuente de Tibur... ¡el Tequeindama!
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