Oswaldo Roses,   España, 1965


De pronto el toro...

De pronto el toro en soledad erguida
con el nombre solar de la hermosura,
y a Dios ve el hombre por su cara oscura
cuando asusta la muerte y alza la vida.

Fieramente una rosa transmitida,
humildemente y rabia de ternura,
no se quiere matar –él nos lo jura–
sino a la muerte audaz, y no a la vida.

¡Ay!, soledad soñada frente a frente,
¡ay!, llegar paso a paso, lentamente,
enduendeciendo la pasión perdida.

Toro que siente, toro que no pierde
más tristeza fatal que la que muerde,
sólo muere de nuestra misma herida.


Soneto de amor

Ay, yo quisiera darte un beso, amada,
que llegara de amor a las estrellas,
que fuera una ilusión de ansias bellas,
de corazón sin fin: música alada.

Yo quisiera una tarde enamorada,
un mundo para ser flor a centellas,
una faz sin sufrir y sin querellas,
tan limpia desnudez con la mirada.

Yo quisiera enseñarte lo que escribo;
el fuego sideral por donde pienso,
ilimitado azul porque estoy vivo.

Enseñarte el amor por ser comienzo
a desgarrado "ahora" que no inhibo
haciéndonos de labios mar extenso.

(José Repiso Moyano)


 
A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z

Página Principal       Spanish Poetry