Pablo Cabañas,   España, 1923


Dos sonetos a Santander

Al Cantábrico mar serenamente
miras –azules ojos castellanosy
destrenzas la verde , con tus manos,
cabellera de fiebre, lentamente.

Si tu pecho de sal otra vez siente
en sí la del mar búsqueda –son vanos
sus impulsos– designios soberanos
alzan la erguida cima de tu frente.

Al alba acongojada la sonrisa,
la abierta faz opones a la brisa
y a la emoción del agua el rompeolas.

Enhiesta, vertical, ágil, derecha,
en el alma la gracia de la flecha
y con un corazón de caracolas.


¡Qué de espuma, emoción amanecida
en la del alba página rehecha!
¡Qué angustia trascendente, tan derecha
en la fiebre del alma, y diluida!

¡Qué yodo en el aliento si tu herida
tiene de cal silencio o nube estrecha,
o epílogo de pasos o luz hecha
en tu inquietud de virgen contenida!

¡Qué soledad, qué angustia por tu frente
de algodón! ¡Qué fósforo de estío
–roja y blanca tu roca incandescente quema

tu carne estéril y morena!
¡Qué corazón el mío, yerto y frío,
con las alas cortadas por tu pena!


 
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