Pedro Bonifacio Palacios,   Argentina, 1854


Vera violeta

En pos de su nivel se lanza el río
por el gran desnivel de los breñales;
el aire es vendaval, y hay vendavales
por la ley del no fin, del no vacío;

la más hermosa espiga del estío
ni sueña con el pan en los trigales;
el más dulce panal de los panales
no declaró jamás: yo no soy mío;

y el sol, el padre sol, es raudo foco
que fomenta la vida en la Natura,
por calentar los polos no se apura

ni se desvía un ápice tampoco:
Todo lo alcanzarás solemne loco...
¡siempre que lo permita tu estatura!


Lo que yo quiero

Quiero ser las dos niñas de tus ojos,
las metálicas cuerdas de tu voz,
el rubor de tu sien cuando meditas
y el origen tenaz de tu rubor.

Quiero ser esas manos invisibles
que manejan por sí la Creación,
y formar con tus sueños y los míos
otro mundo mejor para los dos.

Eres tu, providencia de mi vida,
mi sosten, mi refugio, mi caudal:
cual si fueras mi madre yo te amo...
¡y todavía más!

(Almafuerte)


 
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