Pilar Sinués de Marco,   España, 1835


El viento

–Porque esas blancas nubes serenas e inocentes
jamás formar supieron graniza destructor;
porque esas blancas nubes su faz muestran rientes
y nunca encapotaron del cielo el resplandor.

El grande acatar debe lo dulce y amoroso;
el fuerte, la inocencia, la calma y suavidad:
por eso el rey del mundo, el viento poderoso,
respeta de esas nubes la cándida humildad.


 
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