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Rafael Antonio Acosta, Cuba
Los espejos del paisaje
La cumbre y la carretera
se me enlazan a la vista
y el bosque es una conquista
viva sobre la pradera.
El sol enciende su hoguera
que encandila el pensamiento
y el río, con su lamento
corre perpetuo hacia el mar;
¡al fin podrá descifrar
los laberintos del viento!
La noche es una bandera
que perdió un viejo pirata;
la luna, un arco de plata
de adornar su cabellera.
El sol despierta, su esfera
quiere esconderse en el mar;
el mar suelta un palomar
que arrulla sobre las olas
y las olas, caracolas
que salen a navegar.
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