|  |  | Rafael Guillén,   España, 1933
 
 
 Pronuncio amor
 
 Vengo de no saber de dónde vengo
 para decir amor, sencillamente.
 Para pensar amor, sobre la frente
 sostengo qué sé yo lo que sostengo.
 
 Para no detener lo que detengo
 siembro en surcos y versos mi simiente.
 Para poder subir, contra corriente,
 tengo sujeto aquí, no sé qué tengo.
 
 Venir es un recuerdo, si se llega.
 Pensar es una huida, si se toca.
 Sembrar es una historia, si se siega.
 
 Sólo acierta en amor quien se equivoca
 y entrega mucho más de lo que entrega.
 Después, toda esperanza será poca.
 
 
 Escultor
 
 En mis manos tu barro, te moldeo
 con ternura. Mi soplo y mi caricia
 dieron ser a la curva que te inicia.
 Si carne te pensé, viento te veo.
 
 Vaciada ya tu forma, me recreo,
 te atesoro. No culpes mi codicia.
 Alta puse la mira: tu primicia
 esculpida a cincel en mi deseo.
 
 Yo, escultor, sólo pido por mi arte
 el contemplar mi obra: contemplarte.
 Pero tú ya eres tú, aunque eras mía,
 
 y si una vez te arredra mi egoísmo,
 puedes irte si quieres. Me es lo mismo.
 Te crearé, de nuevo, cualquier día.
 
 
 Anclado en mi tristeza...
 
 Anclado en mi tristeza de profeta
 sé cuánto ha de valer lo que hoy recibo;
 cuánto valdrá después esto que vivo
 sujeto a este después que me sujeta.
 
 Mi plenitud en ti quedó incompleta
 y espera un no sé qué definitivo.
 Mientras, cerca de ti, escribo y escribo,
 poeta al fin, en tiempo de poeta.
 
 Sé cuánto ha de valer; eso es lo triste.
 Valdrá más de lo mucho que poseo
 el recordar lo mucho que me diste.
 
 Profetizado don, con que falseo
 esta presente gracia que me asiste
 y esa futura gracia que preveo.
 
 
 
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