Rafael Montesinos,   España, 1920


La muerte

La Muerte tiene un triste gesto oscuro
que te regresa repentinamente
de la alegría de vivir. Tu frente
copia ese gesto, pero al modo puro.

La Muerte va sembrando, al pie de un muro
blanco con nombres, su letal simiente.
Se la escucha llegar, se la presiente
va desde lejos con su andar seguro.

De soledad y barro estamos hechos.
de muerte y soledad vivimos. Vamos,
soñando la vida hacia el no ser derechos.

Deja la Muerte con sus negros ramos.
Ama y no pienses que serán deshechos
los cuerpos donde a muerte nos amamos.


Quién

¿Quién me dio este país y este momento
transitorio de un siglo a la deriva?
¿Quién me puso en la frente pensativa
esta alegría y este sufrimiento?

¿Quién dejó entre mis labios este acento
de dolor? ¿Quién me tiene en alma viva?
¿Quién decretó a la dicha fugitiva?
¿Quién al dolor -¿por qué?- lo hizo tan lento?

El alma hacia los cielos se dirige,
velocísimamente enamorada,
descarnada del cuerpo que la rige.

Pero el amor, de pronto, da la vuelta,
y el alma da en el pecho alicortada.
yo no sé quién me tiene y quién me suelta.


 
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