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Ramón José Dávila, Puerto Rico, 1903
Definitiva
El día que me vaya ha de ser cualquier día
Y me iré como vine: Solo, sin estridencias,
bajo el viento y el sol…
Sin riquezas, sin lujos, sin vanos atavíos
con mi sayal raído a filo de dolor.
Me iré sin una queja, sin un remordimiento,
limpios mi haber y debe en mi libro mayor.
Partiré cualquier día en un tren de silencios
que en otro día cualquiera me dejó en la estación.
Partiré…
Testigos sólo el viento y el majestuoso sol.
El punto de partida también será cualquiera.
¿El rumbo? Solamente puede decirlo Dios.
Canto a mi pueblo
¡Santuario de San Blás, oh pueblo mío!
te amo en la plenitud de tu existencia.
Te admiro en la ancestral magnificencia
de tu rico y austero señorío…
Te amo en la quietud del manso río
que salmodia entre rocas su querencia;
en el silencio y la oriental esencia
de tu humilde y tranquilo caserío.
Te amo en la diadema de esmeraldas
que te ciñen los cerros con sus faldas
-homenaje y tributos de su amor-.
Y te adoro en la Fe de tus Altares
donde acuden tus hijos a millares
encendidos de célico fervor.
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