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Raúl Ferrer,   Cuba, 1915 
  
Cuidado con el mar
  
El mar tiene un silencio pavoroso 
y otra canción para asordar el viento. 
Tiene una luz de fondo pedregoso 
para tragarse el claro firmamento.
  
El mar tiene un sensual ondulamiento 
para besar la playa en su reposo. 
Lengua áspera de sal, para el intento 
de penetrar el río misterioso.
  
El mar está despierto. El mar no duerme. 
No hay tiempo ni distancia que lo enferme, 
aunque lleve su mal en las entrañas.
  
El mar, incontrolable en su locura, 
solo tiene una sed: la de la altura, 
para echarse a dormir en las montañas! 
  
Minuto del beso
  
Con el tiempo de amarte tan escaso 
el tiempo de esperarte me devora, 
si estoy amenazado por la aurora 
mientras ardo en las llamas del ocaso.
  
Mira, tiemblan las rosas en el vaso 
y un gallo en el reloj gasta la hora, 
para quererte no me sobra ahora 
ni un suspiro, ni un átomo, ni un paso.
  
Hay un amor que no se sabe dónde 
el minuto del beso nos esconde 
cuando su sed a liquidarnos entra.
  
Y hay un  tiempo del hombre  que se gasta 
que aunque un segundo de ese amor le basta, 
se cansa de buscarlo y no lo encuentra! 
  
 
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