Ricardo del Monte y Rocío,   Cuba, 1828


En el baile

Rompe el botón su cáliz de esmeralda
que ostenta al Sol la púrpura olorosa,
y el jardinero la entreabierta rosa
coge y la teje en su mejor guirnalda.

Fresca y prendida en ondulante falda
brilla una noche en danza tumultuosa;
ajan allí su gracia ruborosa
groseros roces, y el calor la espalda.

¡Oh, juventud! No pagas lo que cuesta
la agitación febril que te alucina,
si oyes sonar las copas y la orquesta.

Del lirio virginal, esencia fina;
de la diamela, candidez modesta;
Inocencia y Pudor; ¡ve cuánta ruina!


Vida del arte

El jardín de Verona, el balconaje
enramado de verde filigrana;
la niña, presa de pasión temprana,
suelto el cabello y desceñido el traje.

El granado inmortal que su follaje
con flor y estrellas rojas engalana;
tardío ruiseñor o alondra ufana
trinando en la penumbra del paisaje;

duran sin caducar, y confundiendo
con la ideal efigie de Julieta
su deleznable realidad, reviven.

¡Oh torpe que te engríes presumiendo
escarnecer los sueños del poeta,
tú morirás. Sus sueños sobreviven!


 
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