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Ricardo Palma, Perú, 1833
Soneto
Vi elevarse un altar a la virtud
y el crimen castigado por doquier;
vi ¡oh prodigio! constancia en la mujer
y ciencia en la indolente juventud.
Honrada contemplé la senectud
y en manos de los buenos el poder,
triunfante la justicia, y el deber
levantado a magnífica latitud.
Arca abierta miré en la caridad
y proscrita la infamia de Caín;
fe en el amor, confianza en la amistad,
patriotismo en la gente más ruin...
Pero ¿en dónde vio usted tanto primor?
En sueños, queridísimo lector.
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