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Rosa Kruger, Cuba
El guardiero
Cabe un hermoso y fresco bosquecillo
de gemidoras cañas resonantes,
de un riachuelo las aguas ondulantes
lucen su claro y transparente brillo.
Da su olor a la brisa el romerillo,
y sus cantares dulces, penetrantes,
de una ceiba en las ramas odorantes,
exhala el inocente pajarillo.
Allí a la orilla del ameno río,
bajo la sombra del Jagüey frondoso,
se alza humilde y fantástico un bohío;
y bajo de su techo misterioso,
al son de su instrumento lastimero,
canta en la tarde el rústico guardiero.
Un día de invierno
Velado el sol está y opaco el cielo,
y cerca de la costa, el soplo helado
del impetuoso Bóreas agitado,
da tristeza a la tierra, al alma duelo.
Mas de gozo me sirve y de consuelo,
un pardo gorrioncillo amedrentado,
que del vecino alero de un tejado
a mi reja se acerca en raudo vuelo.
Cual yo suspira por el claro brillo
y el puro ambiente del Abril hermoso:
¿Abrigo solicitas, pajarillo?
Ven, te dará calor un pecho ansioso,
que ama cual tú las rosas y el tomillo,
mas, lejos de la patria, no es dichoso.
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