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Rosario Castellanos, México, 1925
Los adioses
Quisimos aprender la despedida
y rompimos la alianza
que juntaba al amigo con la amiga.
Y alzamos la distancia
entre las amistades divididas.
Para aprender a irnos, caminamos.
Fuimos dejando atrás las colinas, los valles,
los verdeantes prados.
miramos su hermosura
pero no nos quedamos.
Misterios gozosos
A veces, tan ligera
como un pez en el agua,
me muevo entre las cosas
feliz y alucinada.
Feliz de ser quien soy,
sólo una gran mirada:
ojos de par en par
y manos despojadas.
Seno de Dios, asombro
lejos de las palabras.
Patria mía perdida,
recobrada.
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