Santiago Parres,   España


Soneto sin fin

Cautivo de mirar tras el cristal
las sombras bajo el palio de los años,
soy llanto como aullido de animal
que pende su terror en los rebaños.

Me observa el sol con su ojo cenital:
la tierra y mis refugios aledaños
que olvidan su sopor más estival;
y hasta los pensamientos son extraños...

Cansado de esperar amaneceres
navego entre las lluvias de ciudad
que traen nuevos aromas y placeres.

El agua, disipando esta oquedad
como carcoma vieja de alfileres,
es fuente y manantial de realidad.


Vestigios en las líneas de la mano...

Vestigios en las líneas de la mano,
de todo el porvenir, o del pasado,
del límite o el fin, amor mundano,
pues tira más el fiel de lo gozado

que por esos pecados que temprano
la musa en la balanza habrá olvidado;
no ignoras que tu resquemor liviano
se escapa como el eco sobre el prado.

Como el oráculo de las leyendas
intento andar a saltos por tu vida
e interpretar los signos de tu piel.

O tal vez esperando que comprendas
que habrá que restañar la blanda herida
por la que sólo asoma nieve y hiel.


 
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