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Serafín Quitéño, El Salvador, 1906
Poeta
¡Oh! tú, el abandonado entre puñales,
entre densos fantasmas, en perdidos
mares de sombra, selva de gemidos
y ausentes golondrinas y rosales.
¡Oh! tú, el cielo, el confiado entre fanales
hosco de noche y muertos sumergido...
Confiado entre lebreles contenidos
solo ante los dioses inmortales.
Don todo, sosegado en la agonía,
fuerte en el llanto, casto en la alegría
resurrecta de oscuros manantiales.
Ahí un rodar de lágrimas te guía
y una palabra pura frente al día
alza sus infantiles catedrales.
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