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Silvia Spinazzola, Argentina, 1958
Ofrecimiento
Me ofrecía una soga
dos puñales
el borde de un papel o una sonrisa
abrazo entre el murmullo cotidiano.
Dueño de la cadencia
del espacio
equidistante entre el destino
y el deseo.
Me ofrecía sus dudas
su rebelión azul.
La luz ya parpadeaba
en el hueco en el labio
en la espiral salada
donde duermen los peces.
Me ofrecía una soga
dos puñales
el borde de un papel o una sonrisa
sin saber que la noche
se transformó en ritual
para escribir un sueño.
El jardinero
Lejos quedó el paisaje verde
de jazmines salpicando el aire.
Ya no canta el arroyo
ni las ranas se escurren
por las piedras.
El jardinero olvida
abonar a la tierra con su canto.
Sedientas las raíces
arrastrándose al sol
buscan cercar el tiempo.
No hay murmullos
en la tarde que asiste
a postergar el viaje.
Toda la primavera se diluye
en surcos que crepitan.
Aquel jardinero que sembraba
se ha quedado a la sombra
de mi ombú
contando margaritas
en sus dedos.
Viento
ya no me traigas más
su voz de río
que la mañana
se acurruca en almanaques
respirame las sombras
rastrillame nostalgias
que no quiero guardar
ningún retazo
de sus manos ausentes
en mi cuerpo.
Copio y pego
Copio y pego ilusiones
con esta pasión renacentista.
Aplasto la nariz
sobre ese charco
que traspasa el umbral
de la conciencia.
Copio y muevo
reflexiones de ayer.
Archivo versos de organdí
pinto de cian
transformo el habla
con tijeras.
Pego un nuevo almanaque
zipeo inviernos
borro algún desengaño
entre columnas
reduzco abismos.
Abro buhardillas en red
por cada celda
que iluminen la vida.
(Silsh)
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