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Silvio Rodriguez Dominguez, Cuba, 1946
Aceitunas
Tus piernas de tres a seis de la tarde
en la memoria de pronto me arden
y cuando quiero aliviar mi locura
solo me calma comer aceitunas.
Una aceituna mordida le ha
vuelto la vida a todo tu sabor,
maravillado, respiro y siento
tu olor.
O yo deliro o me corta tu filo
hasta el limite de la ilusion.
Como despacio y alargo el espacio
entre el beso inicial y el de adios.
Ya aqui me tienes
bien aferrado a la semilla
como colgando de ti.
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