Susana Soca,   Uruguay, 1907


Reflejos

Sobre el llano fulgura
el falso hielo
de la más clara niebla,
ya sólo vamos
por un camino de lentos bosques
hacia esferas de niebla
que se detienen
en la sustancia lúcida.

Giramos horas y horas
con una lámpara
y en el largo reflejo
otra luz otra lámpara
sin tregua miro,
de vidrio y opalina
corona y límite
de la no vista llama.

Lo que alumbra yo ignoro
y nadie sabe,
del brillo que trasluce
y no se muestra
encandilado el corazón,
por un instante
devorador el tiempo
juega despacio
juega a ser devorado.

Hinca sus dientes
la inútil agudeza
y se detiene
en la carne de vidrio.

El aire espeso
ríos de transparencias
deja entrever
con ellas comunica
la ausente luz
hasta que algún aliento
los vuelve ciegos
mientras el día
en la noche se funde
y un solo día
como el otoño pesa.

Con todo lo que ignoro
haré una esfera
de opalina, una esfera
que ha de rasgar
la lluvia como
si fuera alguna mano...
Y no se quiebra, se esconde.

Con el fulgor perdemos
al mismo tiempo
colores sucesivos
retoños últimos
del bosque ya talado.


 
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