Teodoro Llorente,   España, 1836


Pájaros espantados

En un rincon del huerto
oigo a todos los pajaros cantar.
Sorprender quiero el magistral concierto.
Me aproximo pausado, con pie incierto,
y los pajaros echan a volar.
Fantasias, quimeras e ilusiones
cantan en mi alma timidas canciones;
mas si, halagado por el dulce son,
quiero entender su misterioso acento,
vuelan las cantadoras al momento,
y mudo se me queda el corazon.


Las alas

No envidio tus fuertes alas
por más que el vuelo remontes,
águila que audaz resbalas
por las espléndidas salas
de los amplios horizontes.
Ni vuestras plumas ligeras
tampoco tender anhelo,
golondrinas pasajeras,
que ganais de un sólo vuelo
las africanas riberas.
El alto cielo y el mar
cruzad a vuestro placer;
celos no me habeis de dar,
pues ni ansío mares surcar
ni rayos del sol beber.
Paloma de vuelos suaves,
sólo a tí las alas ido,
pues en el valle florido
desplegarlas no más sabes
para volar a tu nido.


 
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