Vicente Gaos,   España, 1919


Los dos

Cuando en la noche a tu pasión me entrego,
dime: ¿quién es el cielo y quién la estrella?
Cuando tan alto amor el mundo sella,
¿es ciega la pasión o yo me ciego?

Ahora tú me conduces, pero, luego,
yo seré quien te conduzca a aquella
noche estrellada, iluminada y bella,
en donde a la pasión vence el sosiego.

En donde la pasión encadenada
y la serenidad del sabio vuelo
–feliz estrella de la noche amada,

íntima confusión, cielo del cielo–
crean esta inmortal noche estrellada
e inmóvil resplandece nuestro anhelo.


Noche del amor

Ay, qué podré decirte, dulce amada,
joven virgen feliz que no conoces
en un cielo cerrado, suaves roces,
el peso del amor, noche entregada.

Desde este corazón, isla olvidada,
–oye del mar sus clamorosas voces–,
me elevaré hasta ti que desconoces
la flecha que en lo oscuro está clavada.

Los cuerpos se revuelven tan certeros,
guiados del amor, como esos astros
que, arriba, sólo ven tus ojos puros.

Órbita de pasión y verdaderos,
resplandecientes e infalibles rastros.
Celestes nuestros cuerpos aunque oscuros.


 
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