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Vicente Neira,   España 
  
La guaja
  
¡Ven acá granuja!   
¿Dónde andas so guaja?   
hoy te mondo los huesos a palos.  
No llores ni huyas por que no te escapas.  
Yo no sé lo que hacer ya contigo,  
me tienes mú jarta.  
¡A tí ya no te valen palabras,  
a tí ya no te valen razones  
ni riñas ni encierros ni golpes ni nada!
   
Te dije al marcharme:  
levántate pronto y estira esos huesos  
y dobla las mantas y enciende la lumbre  
y arrima el puchero y enjuaga las ollas  
y barre la casa.
   
Y vengo y me encuentro, ¡grandísimo pillo!  
la lumbre sin brasas,  
la puchera sin caldo ni prigue,  
la vivienda peor que una cuadra,  
la burra sin pienso, 
las pilas sin agua.
   
¿Segaste la hierba?  
¿Trajiste la paja?  
¿Regaste los tiestos?  
¿Cerniste la harina?  
¿Clavaste la estaca?  
¿Comió la cordera?  
¿Bebió la lechona?  
¿Cogiste los huevos?  
¿Mudaste la cabra?  
¡hum!
   
¿Y a tí qué te importa?  
¿Para que quieres cansarte?  
si aquí está la burra que todo te lo jaga.
   
Te piensas granuja  
que al estar tu madre jechita una negra  
quemándose el alma  
mientras tu me malgastas el tiempo  
que dá más que lástima.
   
Jecho un ropa suelta...  
hecho un rajamantas...  
por esas callejas detrás de los perros,  
por esos regatos tirando a las ranas,  
o cogiendo nidos en las zarzamoras.
   
¡Qué así estás de lindo grandísimo guaja!  
¿Y ese siete tan guapo en la blusa?  
¿Y esos pantalones tan llenos de manchas?  
¡hum!  
¡que gorra más limpia!  
¡que medias tan majas!  
¡que pelos tan lindos!  
que cuello, que puños, que codos, ¡que mangas!
   
Yo no sé lo que hacer ya contigo  
me tienes muy harta.
   
De sobra conoces que somos solitos...  
que ya no tenemos quien nos lo ganaba...  
que la vida de toditos los pobres 
es vida de lágrimas... ¡pero ni por esas!  
a tí que te dejen roncando en la cama  
y te pongan la mesa tres veces  
y rueden los días y viva la holganza
   
¡Súbete esos calzones so pillo!  
¡Atate esos zapatos so randa!  
Límpiate esos mocos, lávate esa cara  
y vete ahora mismo donde no te vea  
que me tienes, me tienes muy harta.
   
Te aseguro chiquitín,  
te aseguro que esto se te acaba  
Endende mañana ¡a la cola del burro!  
Conmigo a la plaza, conmigo al molino,  
conmigo a la jaza;  
a sudar fatigas, a mojarte el alma,  
ya verás las penitas que cuesta...  
ya verás con que ahogo se gana este pan  
que tan comodamente, ¡a lo bobo!  
¡a lo bobo te zampas!  
y ahora ¡A la cama!, ¡A la cama!
   
La aurora se acerca espléndida, diáfana,  
lentamente despliegan las nubes 
su manto de escarcha,  
la madre afanosa se tira del lecho  
y sus toscos aperos prepara  
que ya espera más ruda que nunca 
la brega diaria.  
Cariñosa y tierna se acerca  
hasta el lecho donde el niño  
cándido, tranquilo descansa,  
un instante contempla amorosa  
su faz sonrosada y después...
   
Con cariño ferviente  
dando un beso en sus labios exclama:  
¿Yo turbar este sueño tan dulce?  
¡No fuera quien soy ni tubiera entrañas!...  
¡juega, brinca y destroza hijo mío!...  
¡tu madre lo gana! 
  
 
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