Vicente Silveira,   Cuba


La tarde

¿Ves Quelina gentil, como desciende
el Sol a ocaso y con purpúrea tinta,
forma pareja y admirable cinta
sobre esa faja azul, que más se extiende?

¿Ves cuanto pajarillo el aire hiende
en dirección a la arbolada quinta
que miramos allí? ¡Qué humano pinta
tanta beldad que el ánima suspende!

De ese arroyo que, dulce murmurando
por aquel verde bosque se abre senda,
silvestres florecillas refrescando,

sentémonos al margen, cara prenda,
y de nuestros amores conversando,
la ya próxima noche nos sorprenda.


María

Ante una hermosa, cristalina fuente
en cuyo fondo el cielo se veía,
ayer estaba la gentil María
contemplando la linfa transparente.

Del astro rey la imagen esplendente
en el límpido azul resplandecía
y copiada en el agua se veía
el rostro de mi amiga, sonriente.

Yo que a la margen de la fuente aquella
por acaso tal vez me encaminara,
de espaldas viendo a la gentil doncella.

Sigiloso a su lado me acercara:
Miré a la fuente y encontré más bella
que el Sol y el Cielo la divina cara.


 
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