Víctor Salinas Rubio,   Chile


Esperanza

Tu cuerpo es una ciénaga
repleta de esperanza.

Navega la ilusión
en barcos de papel
y se ahoga cuando mojan
mis lágrimas su piel.


El grito

Voz cruel que cuando demonios me inquietan
torturas con tu verbo mi mente subyugada.

Carcajeas en el aire por mi cuerpo magullado
y los anhelos rotos de mi juventud diezmada.

Tus víctimas suicidas a mi lado replican

su minuto final, entre angustias tempranas.

Extirpando con dagas mi corazón enlutado
para atarlo a mis manos con sus venas cortadas
y mostrarme de frente, con lamento obstinado,
la dulce tentación que la muerte desata.

¡Pero cierro mi labios y arranco mi oído
para no escucharte, no hablarte, voz que me llamas
entre el verso maldito que esta noche recito,
con el amargo calvario que tu silencio apaga!


Ciego

Ciégate en la bruma de mi ausencia.

Observa los ojos que clavaste
con la espina de tu mirada traicionera.

Ya no lloran por ti, pero tampoco ríen.

Fueron máquinas vidriosas
en tu mecanismo de magia burdelera.

Alquimia que transmutó
los cristales rotos de mis sueños
en vitrales de ilusión y mentiras.

Y mirándome a los ojos, los rompiste.
Con un pestañar rastrero en tu pupila asesina.


Despertar

¿Separa Dios lo que como hombre uní?
Supiera Dios que al menos,
cuando dormí sereno entre sus brazos
aprendí que despertar es morir.


 
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