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Walter Franco Serrano, Ecuador, 1932
Orillas
Ardo lentamente.
A la noche una luz muy débil
me llama a la distancia,
y es mi alma que piensa y mira
a la orilla de ese río
espejeante de la vida.
¿Qué árbol me puede dar
la señal exacta, el límite
preciso del pueblo que yo busco
y no encuentro en mi desvelo?
Altas montañas de mi pena,
cordilleras inmisericordes
de tu ausência.
¡Cómo se fatiga el cuerpo
a la sombra de todos los caminos!
Escucho una música
y es tu voz la que me circunda,
entonces mi soledad
ya no es la misma,
mi sangre toda
es arena nueva.
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