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Wenceslao Mohedas Ramos, España
Labrador en la gran ciudad
Un impulso febril y turbulento
te apartó de la espiga y de la encina,
y dejaste la parda disciplina
que te impuso tu humilde nacimiento.
Te fuiste a la ciudad ... ¡Qué triste acento
de gente presurosa en la rutina
de un humano rebaño que se hacina
entre asfalto, cristales y cemento!.
Y tú, tan natural y tan sencillo,
semejabas un cándido cordero
entre tanto bullicio y tanto brillo.
La extraña sensación de forastero
te otoñó tu esperanza en amarillo
y siempre te sentiste un prisionero...
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