Xenia Mora Rucabado,   Argentina


Para siempre

Escribo a solas,
te busco y ya no estás,
el silencio me apabulla.
Los surcos de la noche
se dibujan en la ventana
en el encuentro
de ausencias amadas.

Pasean mi mente
tu risa lejana,
travesuras compartidas ...
nuestros códigos de hermanos.

Se me estruja el corazón,
hay un dolor calmo,
una tristeza vaga ...

Solo necesito mi alma
y dos alas para ir
a encontrarte ... para siempre ...


El silencio de mis flores

En el silencio de mis flores
el acontecer transcurre
como gotas solitarias
que beben mis días.

Veo árboles dormidos
que gimen en silencio.
Siento hielo de caricias
que invade mi paisaje.
Brota una rosa
y llora tempestad.

Percibo como crujen
las ramas de mi sudario
inmoladas con mi leño
al calentar mi hogar.

Sé que mi savia palpita
esperando fortalecerme
y este dolor pariendo amor
traerá fruto a mi horizonte.

Aún hay rosas en mi jardín:
son discretas compañeras
que embaten pesares antiguos
y siento la tibieza del sol.


Cuando el alma llora

Cuando el alma llora
La tenue luz de la lámpara
enciende soles
que dibuja dos siluetas
danzando en la casa.
Ríen los ojos y se abrazan
y el presentimiento llora.
La sombra de la noche
aúlla dos destinos
retumba el latido
desde la piel del silencio.
Me crecieron raíces
que se aferran a tu tierra,
aunque van sangrando
la pronta ausencia.
La savia de mis venas
entrelazadas a ti,
no puede detener el tiempo
de los miedos
y se avecina la sequía
del jardín nocturno.
Aunque yo sea agua
y mis ojos rieguen cada pétalo
se consume la lámpara
y tengo que partir.


 
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